Muchos perros sienten un miedo intenso ante ruidos fuertes como cohetes, petardos o disparos. Su oído, mucho más sensible que el nuestro, percibe cada estallido como una amenaza, y la imprevisibilidad del sonido hace que se sientan aún más inseguros. Esta reacción es natural, pero si no se aborda, puede convertirse en un problema persistente que afecta tanto su bienestar emocional como físico.

Ignorar este miedo no es una solución. Con el tiempo, la ansiedad puede intensificarse, generando fobias hacia otros estímulos, conductas de escape peligrosas o incluso autolesiones. Por eso, es importante actuar con calma y constancia.

Existen varias estrategias que pueden ayudar: crea un refugio seguro donde tu perro pueda sentirse protegido, como una habitación tranquila con luz tenue y música suave. Evita castigarlo por estar asustado, pero tampoco lo sobreprotejas; lo ideal es mantener una actitud serena y normal. La música ambiental o sonidos relajantes también pueden enmascarar ruidos exteriores y calmarlo.

En algunos casos, los veterinarios podemos recomendar feromonas, suplementos naturales o medicación específica para la ansiedad. Además, el entrenamiento gradual mediante desensibilización —exponiendo al perro a grabaciones de ruidos a bajo volumen mientras realiza actividades placenteras— ayuda a que asocie los sonidos con experiencias positivas. Refuerza siempre su conducta tranquila con premios o juguetes.

Antes de eventos ruidosos, sacar al perro a pasear y ejercitarlo reduce su nivel de alerta y estrés. También pueden ser útiles los chalecos de compresión, que aplican presión suave y ayudan a calmarlo.

Con paciencia, constancia y acompañamiento profesional en casos graves, es posible disminuir o incluso eliminar la fobia a los ruidos fuertes. Tu perro confía en ti: brindándole seguridad y apoyo, puedes ayudarlo a enfrentar sus miedos y disfrutar de una vida más tranquila.